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La veneración y la revolución

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Un momento para respirar

La veneración y la revolución

Hubo un tiempo en el que la «posibilidad de transformar el mundo» empujó a mucha gente a «a sacrificar su carrera, su bienestar, su familia, su vida para alcanzar ese sueño». José Ovejero se pregunta en su diario: «¿Cuándo perdimos la fe?».

Caballo salvaje pastando. BOGDAN G / UNSPLAH
José Ovejero
09 enero 2025 Una lectura de 6 minutos
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1 de enero

No he perdido con los años el gusto por los libros o la música. Lo que he perdido es la veneración. Lo pensaba anoche mientras escuchaba el primer álbum de Emerson, Lake & Palmer. ELP crearon, junto a otros, la banda sonora para mis emociones juveniles, reforzándolas y dándoles un espacio protegido. Y me recuerdo acariciando ese disco, también Tarkus y Cuadros para una exposición. Como me recuerdo con la Historia de las religiones de Mircea Eliade en las manos, cuando por fin pude comprarme los dos volúmenes, nada baratos: no era solo que me interesara lo que contenían, era que tenía la impresión de acceder a algo tan valioso como un tesoro de dos mil años de antigüedad. Y como si solo hubiese sido escrito para mí.

Aparte de que es muy difícil venerar lo digital –¿puedes sentir veneración ante un tema de Spotify?–, la edad me ha ido alejando de ese sentimiento que explicaba Rudolf Otto en Lo santo. Ya no venero; solo admiro.


Uno de mis propósitos para el 2025 es trabajar menos. No es tan sencillo como parece. Por ejemplo: ¿escribir este diario, ahora que publico fragmentos en La Marea, es ocio o trabajo? Escribir un poema: ¿es placer o trabajo o las dos cosas? Si es las dos cosas, ¿debo renunciar al placer?


Anoche, una Nochevieja muy agradable con Edurne. Pensaba en a cuántas fiestas he ido en mi vida a las que no me apetecía ir y el número es muy elevado. Vivir en pareja exige siempre concesiones, adaptarse parcialmente a las necesidades del otro. Las necesidades de Edurne en ese sentido se parecen tanto a las mías que satisfacerlas no exige esfuerzo a ninguno de los dos.


3 de enero

Amanecer violeta, rosado, amarillo, azul. Los amaneceres invernales son los más impresionantes aquí.

Las yeguas llevan ya cuatro o cinco días con nosotros. Por la noche las encierro en la parcela contigua. En cuanto me oyen salir por la mañana, la madre relincha como reclamándome que las deje en libertad. No sé por qué les gusta más la yerba de este lado que del otro, aunque allí está algo más alta. No creo que se aplique el famoso refrán a los caballos.


Hemos acabado la corrección de Una belleza terrible. Da igual cuántas veces corrijas, sigues encontrando frases que podrían estar mejor. Ya solo queda revisar las correcciones cuando las meta Lidia en el texto, y podremos dar por concluida la novela. Poco más de un año desde que empecé a investigar la historia de M. Un año preciso desde que se la conté a Edurne. Hemos trabajado como bestias y a la vez llenos de entusiasmo.


Días tranquilos. Leyendo la autobiografía de Emma Goldman. Cortar leña. Hacer trabajos fuera para los que no tendré tiempo a partir de finales de enero: podar, ordenar la casilla y poner más ganchos en sus paredes, recoger hojas, plantar ajos.


4 de enero

Han hospitalizado al padre de Edurne. La cosa pinta muy mal, pero le recordaba a Edurne que cuando hospitalizaron a mi padre una Nochevieja –ella aún no conocía ni a mi padre ni a mi madre y tuvo que venirse conmigo al hospital, yo haciéndome cargo de mi padre, ella de mi madre, muy afectada–, los médicos no creían que sobreviviese y vivió seis años más.

Coincidimos en que probablemente habría sido mejor para él morir esa noche que pasarse los años siguientes en una residencia con alzhéimer avanzado. Yo, desde luego, preferiría no soportar años incapaz de valerme por mí mismo, cada vez más perdido, con infecciones recurrentes, rodeado de gente tan enferma como yo. No querría esa tortura para mí ni torturar a Edurne de esa forma.

Esto me recuerda que tenemos que firmar los papeles con las últimas voluntades y el deseo de que nos practiquen la eutanasia en una situación así.


6 de enero

Por fin nieva. Espero que en las cumbres se acumule nieve para la primavera.

La yegua rubia se ha escapado saltando el portón a pesar de estar maneada, lo que creo que es ilegal, pero en las zonas rurales la administración queda muy lejos y las costumbres muy cerca.

Buscando información, descubro que los caballos deben tener un lugar donde resguardarse del sol y de la lluvia, pero a lo largo de las carreteras de Ávila encuentras recuas de caballos en llanuras en las que no tienen ninguna protección. O hay excepciones que desconozco, o nadie tiene interés en aplicar la ley.


7 de enero

El año pasado he leído sobre todo ensayo histórico relacionado con la historia del siglo XX, en particular con sus movimientos revolucionarios. Y empiezo 2025 con La fuga de Siberia en un trineo de renos, de Trotsky (Siglo XXI/Clave intelectual) y con Viviendo mi vida, de Emma Goldman (Capitán Swing).

Y me he pasado el 2024, y así empiezo este año, preguntándome cuándo perdimos la fe. No la religiosa, claro, sino la creencia tan arraigada en la posibilidad de transformar el mundo que empujaba a muchos a sacrificar su carrera, su bienestar, su familia, su vida para alcanzar ese sueño.

En el libro de Goldman leo sobre Catalina Breshkovskaya, que pasó 20 años condenada a trabajos forzados en Siberia y, al salir, ayudó a fundar el Partido Socialista Revolucionario y se dedicó a la agitación política. No fue una excepción.

Alexander Berkman, pareja de Goldman, atentó a los 21 años contra el magnate Henry Clay Frick, que había reprimido con dureza las reivindicaciones obreras (acumuló una fortuna y una impresionante colección de obras de arte, albergada hoy en un museo en Nueva York creado por él mismo); no consiguió matarlo a pesar de acertarle con dos disparos. Berkman pasó 16 años en prisión, sufrió malos tratos, enfermó gravemente. Cuando salió, dirigió junto con Emma Goldman el movimiento anarquista estadounidense… y volvió a ser encarcelado y después exiliado.

Me fascina su capacidad para resistir, para no amoldarse –tampoco en la Unión Soviética, de la que la pareja fue muy crítica a partir de 1921–. Me fascina su voluntad de renuncia a cualquier seguridad o comodidad. Una capacidad y una voluntad que hoy parecen extintas. No digo que no haya razones para ello, pero constato la pérdida y la renuncia.

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Comentarios
  1. Francisco Javier dice:
    09/01/2025 a las 20:25

    Cuando los sindicatos se llenaron de funcionarios (no de sindicalistas), cuando Antonio Gutiérrez (ex secretario general de CCOO) firmó el plan de empleo por el cual se realizó la mayor huelga general de este país,20N, cuando José María fidalgo (ex heredero de Antonio Gutiérrez, heredó la secretaria de general de CCOO) fichó por el PPy la FAES, cuando la izquierda se mató así misma por dinero, cuando la izquierda no fue consecuente de sus palabras el casolpon,se mantuvieron los mismos sueldedazos que denunciaban a bipartidismo de PSOE -PP, la izquierda racista alemana, que la izquierda asuma la pobreza como parte de la solución..,…………. hasta el infinito podría estar.

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